La batalla (relato)

La mirada personal y un tanto especial de uno de los protagonistas de esta escaramuza medieval (Círculo del Ludófago) 

La batalla

por J.L. Belloq

Subo a lo alto de la colina en mi caballo, que luce sus arreos de gala, pertrechado con mi armadura y mi espada, que no habré de desenvainar, puesto que soy el más alto estratega de esta tropa y no me corresponde luchar sino decidir quién morirá por la victoria y quién vivirá para celebrarla.

El campo de batalla está dispuesto. Contemplo mi ejército desplegado sobre el terreno: la infantería al frente, la caballería en los flancos, tiradores y máquinas de guerra detrás, y mi guardia personal, la élite de mis fuerzas, junto a mí, rodeándome, dispuestos a dar la vida por su rey. Más allá, al otro lado de la llanura, el enemigo. También ha traído toda su infantería, y no menos jinetes. Puedo distinguir sus catapultas y sus arqueros, expertos en la muerte a distancia. En lo alto de otra colina, frente a mí, veo la silueta de mi rival, rodeado, como yo, por sus mejores soldados.

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La preocupación de Martin Morannis (relato)

Sudor, nervios y un profesor agobiado. Mini relato de horror, otro más, de Sutter Cane (JLBelloq, Círculo del Ludófago)

La preocupación de Martin Morannis

por Sutter Cane

     La frecuencia e intensidad de las visitas de Martin Morannis a su psicólogo había crecido notablemente en los últimos meses, de la misma forma que la tensión nerviosa se iba apoderando de su expresión facial.  En dichas visitas, sin embargo, conforme el sudor hacía acto de presencia, sus palabras habían ido en disminución y las pocas que salían de su boca resultaban un material muy mediocre como para que su psicólogo pudiera sonsacarle nada.

¡Ay! Martin, Martin… ¡resuelve ya tus preocupaciones! seguir leyendo

Batiscafo (relato)

Cuando H.P. Lovecraft leyó a Julio Verne, soñó algo como lo que imaginó Sutter Cane (JLBelloq, Círculo del Ludófago)

Batiscafo

por Sutter Cane

     Hermes Louis de Roggiant ha pasado a mejor vida. Su inesperado viaje a través del océano indudablemente le ha traído terribles consecuencias. Cierto es que lo que ustedes dicen sobre su salud mental antes del suceso son factores a tener en cuenta. Pero qué duda cabe, tras leer el testimonio que les traigo a continuación, de que la aventura en la que se vio envuelto ha sido decisiva en cuanto a su final.

Encontré este póstumo escrito en la mesa del comedor de su casa de verano, en Londres, donde él y yo solíamos reunirnos todos los años. Cita que esperábamos con ansiedad ambos, pues fuimos inseparables compañeros de andanzas en nuestra juventud. Es por ello que no hace falta decirles el pesar que me abate con respecto a todo este asunto. Hermes era un encomiable estudiante de ciencias naturales y biología. A punto de ser nombrado catedrático de la Universidad, era un ávido lector no sólo de libros de su disciplina profesional sino también de todas las ciencias tangentes a su especialidad, como por ejemplo Botánica y Zoología. seguir leyendo

La historia de Enthas (relato)

Una metáfora indefinible sobre la alienación y el amor, o algo así (JLBelloq, Círculo del Ludófago)

La historia de Enthas

por Astro Riser

     Era de un pueblo pequeño, una pequeña villa llena de colorido y gente agradable, un sitio en el cual la vida afloraba por todas partes. Pero a él no le importaba: habitaba allí, pero no vivía allí; vivía mucho más lejos de su pueblo, vivía en un mundo con fronteras de acero que fue construyendo poco a poco, piedra por piedra, con sus propias manos. Era un mundo muy pequeño en el que siempre era de noche, un mundo irreal, un sitio que le encantaba y confundía al mismo tiempo. Era triste, gris, desolador, inhóspito, un lugar donde los árboles nacían muertos y no había sitio alguno para la esperanza. Ese sitio era su cárcel, su condena perpetua por unos crímenes que no había cometido. Ese mundo estaba embrujado.

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Avaricia (relato)

 Un relato inquietante ambientado en el mundo creado por la mente enferma de H. P. Lovecraft, escrito por una mente no menos enferma que la suya (JLBelloq, Círculo del Ludófago)

Avaricia

por Sutter Cane

     Entre el abanico de las emociones que se pueden ocultar a los demás, no se encuentra la culpabilidad. Es una fase emocional que contrae los músculos de la cara de tal manera que hace fácilmente reconocible el estado en el que se encuentra una determinada persona. Ustedes podrían entrar en un tugurio cualquiera y distinguir a todos los pobres hombres que padezcan culpabilidad. No hay whisky que lo disimule, ni humo de tabaco que lo esconda. Es una mezcla de arrepentimiento y culpa que se agarra al alma y no da respiro alguno ni de día ni de noche. Los bares nocturnos de carretera están plagados de tales situaciones.

Uno de estos locales humeantes era “El Zorro Verde”, donde me encontré con un pobre diablo llamado Simón Ossorio. El hombre se hallaba en la unión de la barra del bar con la pared, donde la luz apenas alcanzaba. Conservaba el rictus serio y amargado, y una cerveza en la mano. Tenía el rostro marcado por cicatrices y arrugas; los pómulos y la boca, duros y patentes. Poco tardé en sentarme junto a él y abrir conversación de la manera más estúpida que se me ocurrió: “¿no es usted de por aquí, verdad?”. El hombre, medio borracho, me contestó que no, y que yo tampoco lo era. Tras un vago e insulso intercambio de frases pronunciadas apenas con la cantidad justa de cortesía, el hombre, que parecía a la vez absorto y ansioso de desembarazarse de una terrible carga, se quedó mirándome fijamente. Al rato, sin vacilar y deseoso de contar a quien fuera lo que tan ardientemente le atribulaba, me dijo: “venga aquí, arrímese, que le invitaré a una copa, pero sólo si oye mi historia”.

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