Nostalgia de los Khazad (relato, parte primera de cinco)

Crónica de la gestación de la reconquista de Moria por el pueblo enano, tal y como la habría concebido el propio Tolkien, según versión de un experto en la Tierra Media (JLBelloq, Círculo del Ludófago)

Nostalgia de los Khazad

por Antonio Carlos Ruíz Borreguero

—¡Entonces las profecías de las viejas canciones se han cumplido de alguna manera! —dijo Bilbo.

—¡Claro! —dijo Gandalf—. ¿Y por qué no tendrían que cumplirse? ¿No dejarás de creer en las profecías sólo porque ayudaste a que se cumplieran? No supondrás, ¿verdad?, que todas tus aventuras y escapadas fueron producto de la mera suerte, para tu beneficio exclusivo. Te considero una gran persona, señor Bolsón, y te aprecio mucho; pero en última instancia ¡eres sólo un simple individuo en un mundo enorme!

—¡Gracias al cielo! —dijo Bilbo riendo, y le pasó el pote de tabaco.

(El Hobbit – J.R.R.Tolkien – Círculo de Lectores – 1995)

Parte primera

Balin se quedó mirando el fuego de la chimenea pensativo, dándole vueltas a las últimas palabras de Gandalf; pensaba en Thorin Escudo de Roble. Thorin también había sido un simple individuo en un mundo enorme, sin embargo con sus actos y decisiones había conseguido que se desencadenaran gran cantidad de acontecimientos, que habían finalizado con la muerte de Smaug el Terrible, con una gran batalla de la que habían salido victoriosos, no sin recibir también grandes y dolorosas pérdidas, y con la recuperación de Erebor para el pueblo enano. Entonces Balin expresó ese pensamiento en alto:

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El foso (relato)

Un relato corto tan cenagoso como el foso de un castillo, y es de Sutter Cane (JLBelloq, Círculo del Ludófago)

El foso

por Sutter Cane

“Crónicas de las guerras de San Jorge, por Antoine Le Fanne. Copia del manuscrito original hallado en el monasterio de San Jorge, y traducido por Juan de Ávalos y Querol”

Tan pronto como las aviesas líneas de la luz del sol teñían de claridad la infernal bóveda oscura de la noche que habíamos dejado atrás, y mi cuerpo dolorido comenzaba a tomar consciencia de sus entumecidos miembros por dormir al raso entre las duras peñas, las primeras cornetas sonaron al alba para inducirnos a la prisa y no dejar el cuerpo despertar a su debido tiempo. Cuando el horizonte estaba claro, ya toda la ciudad ambulante en la que se había convertido el campamento en derredor del castillo, era todo un bullir de espadas afiladas. Sorteando las mugrientas tiendas haraposas serpenteadas por los caminos de barro, orín y excrementos de caballo, los soldados y caballeros corrían para disponerse en sus filas mientras, diseminados por allí, los rechonchos clérigos repartían bendiciones a diestro y siniestro deseando las mejores venturas para la batalla.

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TARDE DE SÁBADO (QUINTA)

dados-de-rolOtra semana menos, otro sábado más. Voy emocionado porque hoy acabaremos mi súper-partida de rol, de la que estoy muy orgulloso. Se presentan todos, incluido Fonsi, que ya se ha integrado, y hasta Jordi, que por fin puede disfrutar una tarde como jugador aunque sea con la partida a medias.

La cosa casi se tuerce cuando el hobbit y el guerrero elfo renuncian a encontrar al mago loco perdido en el bosque, cansados de dar vueltas y vueltas sin resultado. La verdad es que los dados se ponen tercos a veces y a mí no me gusta hacer trampa con eso: prefiero el realismo y, si no lo encuentran, pues no lo encuentran. El caso es que se van al pueblo a intentar liberar al ladrón de Fonsi, que mató a un soldado sin querer y espera al juez en una celda.

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Las puertas (relato)

La odisea de un anciano en lucha contra los terrores más ancestrales y los más mundanos, con el estilo barroco de un nuevo colaborador del Círculo del Ludófago (JLBelloq, Círculo del Ludófago) 

Las puertas

por Luis Núñez, para Cira

                     Las nubes comenzaban a caer con su enorme peso, oscuras, gigantescas. Como una manada de humo, se arremolinaban contra la tierra tiñéndolo todo con su espesa capa de negrura, engullendo a la colina y con ella a la atalaya que se erguía en lo alto con su perfil decadente y monstruoso, vigía perenne e insomne del transcurrir perpetuo de las horas, los años, los siglos. Sus agrietadas piedras aguantaban estoicas la brutal embestida del viento que arremetía contra las almenaras de su cima y que, correoso, recorría como una algazara sus entrañas hasta acabar reventando como un aullido avernal en la derruida entrada.

            Eduardo, cabrero, hijo y nieto de cabreros, se aferró a su garrote de castaño y miró a su rebaño. Las cabras comenzaban a arremolinarse unas con otras, en el centro las cabras viejas y las chivarras, las fuertes y el macho en primera línea aguantando el golpe del temporal, gesto ancestral de salvaguarda anclado a su instinto.  Los últimos esbozos de claridad comenzaban a borrarse a pinceladas, era necesario buscar el resguardo del pueblo antes de que estallara la tormenta. Silbó, como le había enseñado su padre y a éste el suyo. El agudo silbido fue rebotando por entre las laderas hasta perderse en la negrura del valle;  al escucharlo, el rebaño emprendió el camino de regreso, agachando la cabeza para que los primeros copos de nieve no les impidieran ver el camino, guiados por el gran macho cobrizo que abría camino adentrándose en las fauces de la tormenta. seguir leyendo

Cernunnos (relato)

La antropología puede ser una ciencia de riesgo si se ahonda en demasía en los orígenes de las creencias. Sutter Cane así lo ejemplifica (JLBelloq, Círculo del Ludófago)

Cernunnos

por Sutter Cane

Tenía que haber algo detrás de todo. Todo debía estar conectado de alguna manera.

El anciano que clava en la tierra su bastón de roble para apoyar en él la mano y, sobre ésta, la cabeza, mientras, sentado sobre una peña en la ladera de la montaña, vigila el rebaño que se esparce monte arriba, hace mil años; la esbelta mujer de piel canela y reflejos dorados como el oro, que con un cesto de juncos se hunde hasta la cintura, recortando sobre el Nilo su cuello de ciervo y sus gráciles formas; generaciones de progenitores enseñando a sus primogénitos tendrían que hacer destilado alguna esencia con el paso de los siglos. Y la idea estaba allí, al alcance de su mano.

Ravenfast lo sabía. Aquel era su cometido, estaba a punto. La luz del conocimiento se disponía a irrumpir en la oscura caverna de la comprensión humana como una tromba de agua arrastra en la crecida de un río todo lo que encuentra a su paso.

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Cuentos del gato disecado (I)

por Sutter Cane

El hombre del cable aparcó la furgoneta justo en frente de la casa, y tardó menos de un chasquido en saltar del vehículo enfundado en su mono azul y encaminarse hacia la puerta con la caja de herramientas en la mano. Atravesó el pequeño jardín bien cuidado, entró  bajo el porche y mientras se encendía un cigarrillo llamó al timbre de la puerta de aquella casa de dos pisos, de madera, estilo americano. Era una barriada de gente más bien acomodada, casas en hilera, barrio tranquilo. seguir leyendo

TARDE DE SÁBADO (CUARTA)

dados-de-rolJordi ha vuelto y nos ha convocado para el próximo sábado. Nos trae una sorpresita, dice, una cosilla que ha pillado en una tienda cerca de la casa de su abuela. No viene muy afectado por lo del entierro, la verdad, pero en realidad casi ni la conocía y fue más bien para acompañar a su madre. Por desgracia tenemos mi partida de rol a medias, pero no hay forma de que nos deje acabarla. Al final nos propone que la pospongamos una semana y que nos preparemos para una sesión de cine y, luego, partidita.

Nos tiene en ascuas hasta que nos presentamos en su casa. Nos recibe con un “que La Fuerza os acompañe” desde dentro de su casco de Darth Vader y con el DVD de “Star Wars” en la mano. Al menos el tema de la tarde ya está claro, y todo se explica cuando, impaciente, nos desvela la sorpresa: se ha hecho con una caja de X-Wing, el juego de simulación con figuras de La Guerra de las Galaxias. Alucinamos con la pinta que tiene, con esos troquelados de gran calibre y las navecitas en miniatura, un X-Wing rebelde y dos Tie-Fighters imperiales, más otras tres que se compró aparte.

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A la feria de videojuegos retro: Retro Badajoz

de nuestro corresponsal especialista en el mundo retro: Astro Riser

Habiendo quedado ya claro mi amor por los videojuegos viejunos, me dirigí hacia el siguiente paso lógico para alimentar mi síndrome de Peter Pan e intentar encontrar mi Santo Grial personal: las ferias de videojuegos retro. Decidí que mi primera incursión iba a ser en la 1ª feria Retro Badajoz que se celebró el 25 y 26 de Octubre en el Centro de Ocio Contemporáneo.

Fachada del Centro de Ocio Contemporáneo, mu bonica

Fachada del Centro de Ocio Contemporáneo, mu bonica

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TARDE DE SÁBADO (TERCERA)

Jordi nos ha jodido bien. Bueno, en realidad no es culpa suya, ha tenido que ir al entierro de su abuela y está desaparecido duradados-de-rolnte todo el fin de semana.

Como el vicio del rol nos tiene bien cogidos, me lanzo a preparar una partida y desoxidar mis dotes de máster, totalmente abandonadas desde que empecé la carrera y Jordi se hizo cargo: dos días me cuesta repasar todas las reglas, pero me basta. Me enfrasco tanto elaborando la partida del sábado que me olvido del pesado de Fonsi y no caigo en darle esquinazo. Se presenta con los demás, con cara de inocente, y me voy preparando mentalmente.

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La batalla (relato)

La mirada personal y un tanto especial de uno de los protagonistas de esta escaramuza medieval (Círculo del Ludófago) 

La batalla

por J.L. Belloq

Subo a lo alto de la colina en mi caballo, que luce sus arreos de gala, pertrechado con mi armadura y mi espada, que no habré de desenvainar, puesto que soy el más alto estratega de esta tropa y no me corresponde luchar sino decidir quién morirá por la victoria y quién vivirá para celebrarla.

El campo de batalla está dispuesto. Contemplo mi ejército desplegado sobre el terreno: la infantería al frente, la caballería en los flancos, tiradores y máquinas de guerra detrás, y mi guardia personal, la élite de mis fuerzas, junto a mí, rodeándome, dispuestos a dar la vida por su rey. Más allá, al otro lado de la llanura, el enemigo. También ha traído toda su infantería, y no menos jinetes. Puedo distinguir sus catapultas y sus arqueros, expertos en la muerte a distancia. En lo alto de otra colina, frente a mí, veo la silueta de mi rival, rodeado, como yo, por sus mejores soldados.

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