A la feria de videojuegos retro: Retro Badajoz

de nuestro corresponsal especialista en el mundo retro: Astro Riser

Habiendo quedado ya claro mi amor por los videojuegos viejunos, me dirigí hacia el siguiente paso lógico para alimentar mi síndrome de Peter Pan e intentar encontrar mi Santo Grial personal: las ferias de videojuegos retro. Decidí que mi primera incursión iba a ser en la 1ª feria Retro Badajoz que se celebró el 25 y 26 de Octubre en el Centro de Ocio Contemporáneo.

Fachada del Centro de Ocio Contemporáneo, mu bonica

Fachada del Centro de Ocio Contemporáneo, mu bonica

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TARDE DE SÁBADO (TERCERA)

Jordi nos ha jodido bien. Bueno, en realidad no es culpa suya, ha tenido que ir al entierro de su abuela y está desaparecido duradados-de-rolnte todo el fin de semana.

Como el vicio del rol nos tiene bien cogidos, me lanzo a preparar una partida y desoxidar mis dotes de máster, totalmente abandonadas desde que empecé la carrera y Jordi se hizo cargo: dos días me cuesta repasar todas las reglas, pero me basta. Me enfrasco tanto elaborando la partida del sábado que me olvido del pesado de Fonsi y no caigo en darle esquinazo. Se presenta con los demás, con cara de inocente, y me voy preparando mentalmente.

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La batalla (relato)

La mirada personal y un tanto especial de uno de los protagonistas de esta escaramuza medieval (Círculo del Ludófago) 

La batalla

por J.L. Belloq

Subo a lo alto de la colina en mi caballo, que luce sus arreos de gala, pertrechado con mi armadura y mi espada, que no habré de desenvainar, puesto que soy el más alto estratega de esta tropa y no me corresponde luchar sino decidir quién morirá por la victoria y quién vivirá para celebrarla.

El campo de batalla está dispuesto. Contemplo mi ejército desplegado sobre el terreno: la infantería al frente, la caballería en los flancos, tiradores y máquinas de guerra detrás, y mi guardia personal, la élite de mis fuerzas, junto a mí, rodeándome, dispuestos a dar la vida por su rey. Más allá, al otro lado de la llanura, el enemigo. También ha traído toda su infantería, y no menos jinetes. Puedo distinguir sus catapultas y sus arqueros, expertos en la muerte a distancia. En lo alto de otra colina, frente a mí, veo la silueta de mi rival, rodeado, como yo, por sus mejores soldados.

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La preocupación de Martin Morannis (relato)

Sudor, nervios y un profesor agobiado. Mini relato de horror, otro más, de Sutter Cane (JLBelloq, Círculo del Ludófago)

La preocupación de Martin Morannis

por Sutter Cane

     La frecuencia e intensidad de las visitas de Martin Morannis a su psicólogo había crecido notablemente en los últimos meses, de la misma forma que la tensión nerviosa se iba apoderando de su expresión facial.  En dichas visitas, sin embargo, conforme el sudor hacía acto de presencia, sus palabras habían ido en disminución y las pocas que salían de su boca resultaban un material muy mediocre como para que su psicólogo pudiera sonsacarle nada.

¡Ay! Martin, Martin… ¡resuelve ya tus preocupaciones! seguir leyendo

¿Juegos retro?

Sin título

Juegos retro… ¿qué son los juegos retro? Por si alguien ha vivido en un búnker antinuclear los últimos 40 años, lo explicaré…

Los juegos retro son un concepto creado por sabe Dios quién (Illuminati, masones, templarios…) para que los que fuimos jóvenes hace más de 20 años, con una capacidad económica escasa, propia de los 80-90, podamos vaciar nuestra frustración (y nuestra cartera) comprando videojuegos que de niños jamás hubiéramos soñado poseer, o poder recomprar los juegos que tuvimos y que nuestra querida madre tiró a la basura o regaló a la niña pequeña de tu vecina sin tu consentimiento.

Sin-título

Cara de “en cuanto te pires al cole, tu madre me va a dar el Pong ése que dice que ya no usas”

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Batiscafo (relato)

Cuando H.P. Lovecraft leyó a Julio Verne, soñó algo como lo que imaginó Sutter Cane (JLBelloq, Círculo del Ludófago)

Batiscafo

por Sutter Cane

     Hermes Louis de Roggiant ha pasado a mejor vida. Su inesperado viaje a través del océano indudablemente le ha traído terribles consecuencias. Cierto es que lo que ustedes dicen sobre su salud mental antes del suceso son factores a tener en cuenta. Pero qué duda cabe, tras leer el testimonio que les traigo a continuación, de que la aventura en la que se vio envuelto ha sido decisiva en cuanto a su final.

Encontré este póstumo escrito en la mesa del comedor de su casa de verano, en Londres, donde él y yo solíamos reunirnos todos los años. Cita que esperábamos con ansiedad ambos, pues fuimos inseparables compañeros de andanzas en nuestra juventud. Es por ello que no hace falta decirles el pesar que me abate con respecto a todo este asunto. Hermes era un encomiable estudiante de ciencias naturales y biología. A punto de ser nombrado catedrático de la Universidad, era un ávido lector no sólo de libros de su disciplina profesional sino también de todas las ciencias tangentes a su especialidad, como por ejemplo Botánica y Zoología. seguir leyendo

TARDE DE SÁBADO (SEGUNDA)

dados-de-rolSiete días, siete. He asistido a clase, he estudiado como un poseso, he hecho mis deberes con entusiasmo y he logrado llegar al sábado con la tranquilidad del trabajo acabado y la conciencia limpia. Listo para unirme a mis colegas y volver a la catacumba maldita.

Esta vez somos cuatro: dimos esquinazo a Fonsi, empeñado en volver para amargarnos la vida. ¿Es que no tiene amigos, acaso? No sería extraño, con lo gilipollas que es. Por si las moscas, esta vez nos reunimos en casa de Mati, donde nos recibe su madre con cara de felicidad. Está encantada con nosotros, parece que echa de menos las visitas y nos trata como invitados de lujo. Se pasa toda la tarde preparando tentempiés y meriendas, y nosotros dándole las gracias con la boca llena.

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La historia de Enthas (relato)

Una metáfora indefinible sobre la alienación y el amor, o algo así (JLBelloq, Círculo del Ludófago)

La historia de Enthas

por Astro Riser

     Era de un pueblo pequeño, una pequeña villa llena de colorido y gente agradable, un sitio en el cual la vida afloraba por todas partes. Pero a él no le importaba: habitaba allí, pero no vivía allí; vivía mucho más lejos de su pueblo, vivía en un mundo con fronteras de acero que fue construyendo poco a poco, piedra por piedra, con sus propias manos. Era un mundo muy pequeño en el que siempre era de noche, un mundo irreal, un sitio que le encantaba y confundía al mismo tiempo. Era triste, gris, desolador, inhóspito, un lugar donde los árboles nacían muertos y no había sitio alguno para la esperanza. Ese sitio era su cárcel, su condena perpetua por unos crímenes que no había cometido. Ese mundo estaba embrujado.

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Avaricia (relato)

 Un relato inquietante ambientado en el mundo creado por la mente enferma de H. P. Lovecraft, escrito por una mente no menos enferma que la suya (JLBelloq, Círculo del Ludófago)

Avaricia

por Sutter Cane

     Entre el abanico de las emociones que se pueden ocultar a los demás, no se encuentra la culpabilidad. Es una fase emocional que contrae los músculos de la cara de tal manera que hace fácilmente reconocible el estado en el que se encuentra una determinada persona. Ustedes podrían entrar en un tugurio cualquiera y distinguir a todos los pobres hombres que padezcan culpabilidad. No hay whisky que lo disimule, ni humo de tabaco que lo esconda. Es una mezcla de arrepentimiento y culpa que se agarra al alma y no da respiro alguno ni de día ni de noche. Los bares nocturnos de carretera están plagados de tales situaciones.

Uno de estos locales humeantes era “El Zorro Verde”, donde me encontré con un pobre diablo llamado Simón Ossorio. El hombre se hallaba en la unión de la barra del bar con la pared, donde la luz apenas alcanzaba. Conservaba el rictus serio y amargado, y una cerveza en la mano. Tenía el rostro marcado por cicatrices y arrugas; los pómulos y la boca, duros y patentes. Poco tardé en sentarme junto a él y abrir conversación de la manera más estúpida que se me ocurrió: “¿no es usted de por aquí, verdad?”. El hombre, medio borracho, me contestó que no, y que yo tampoco lo era. Tras un vago e insulso intercambio de frases pronunciadas apenas con la cantidad justa de cortesía, el hombre, que parecía a la vez absorto y ansioso de desembarazarse de una terrible carga, se quedó mirándome fijamente. Al rato, sin vacilar y deseoso de contar a quien fuera lo que tan ardientemente le atribulaba, me dijo: “venga aquí, arrímese, que le invitaré a una copa, pero sólo si oye mi historia”.

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