Todos los microrrelatos de nuestro Primer Concurso Temático

Pues eso, aquí tenéis los enlaces a los seis microrrelatos presentados. Leedlos en un plisplás – son dos páginas como máximo cada uno de ellos – y votad en el Facebook del Círculo del Ludófago, pues tenéis que seguir al Círculo del Ludófago para poder votar.

INSTRUCCIONES PARA VOTAR:

Como en Eurovisión: tenéis que otorgar cantidades de puntos, de uno, dos, tres, cuatro cinco y seis, a cada uno de los microrrelatos presentados.

O sea, al que menos os haya gustado, le ponéis 1 punto; al siguiente, 2 puntos; al siguiente, 3 puntos; y así sucesivamente, de forma que al que más os haya gustado le asignáis los 6 puntos.

Que no tenga que repetirlo…

ENLACES A LOS MICRORRELATOS PRESENTADOS:

El cambio de Walter, por Sutter Cane

El bufón del reino, por Astro Riser

Déjá vu, por JLBelloq

Una misión delicada, por JLBelloq

La torre, por Drizz Do’Urden

Una torre, un rayo, un globo de diálogo y dos máscaras, una triste y otra sonriente, por JLBelloq

 

Que aproveche.

 

Una torre, un rayo, un globo de diálogo y dos máscaras, una triste y otra sonriente (microrrelato)

I CONCURSO TEMÁTICO DE MICRORRELATOS DEL CÍRCULO DEL LUDÓFAGO

Una torre, un rayo, un globo de diálogo y dos máscaras, una triste y otra sonriente

por JLBelloq

– Una torre, un rayo, un globo de diálogo y dos máscaras, una triste y otra sonriente ¿Y con esto hay que hacer un relato? ¡Vaya rollo! Éstos del Círculo del Ludófono han perdido el rumbo, con estos elementos no hay quien haga nada decente.

– Ludófago, tío, y me parece que sí, que se puede hacer algo chulo. Tú sólo piensa y verás.

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Una misión delicada (microrrelato)

I CONCURSO TEMÁTICO DE MICRORRELATOS DEL CÍRCULO DEL LUDÓFAGO

Una misión delicada

por JLBelloq

Pierre de la Tour era hombre de malos humos y pocas palabras. Las mejores cosas que tenía en su vida eran su Rolls Royce heredado de su padre y su no menos querido perro, un husky siberiano que acudía al oír su nombre, Sultán. Cuando el chucho desapareció, los gritos podían oírse desde la Comisaría de Policía, a cinco manzanas de su cubil, en el mismo centro de París. Los inspectores de la Sûreté habrían dado su paga del mes por saber qué hacía rabiar al criminal que los humillaba un día sí y otro también.

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