I CONCURSO TEMÁTICO DE MICRORRELATOS DEL CÍRCULO DEL LUDÓFAGO
Déjà vu
por JLBelloq
La lluvia empapaba las piedras de los muros, afuera, y la tormenta iluminaba el entorno en cortos intervalos. Dentro, un pequeño escenario en la sala principal de la torre era el lugar elegido para el regalo. La obra era un melodrama bien representado por los actores, los cinco miembros de la troupe contratada para el cumpleaños de la condesa. Los diálogos, cargados de ironía, hacían las delicias del público, apenas veinte personas invitadas por los condes a su castillo en la colina, atendidas por un puñado de sirvientes.
La historia contaba la agridulce vida de una aldeana asediada por un caprichoso noble sin moral. Ella, enamorada de un joven panadero, se sentía indefensa ante la incomprensión de su padre y la ausencia de su hermano, y luchaba en solitario contra el hombre. En el tercer acto, el nudo se deshacía y llegaba el desenlace: los amantes huían, el rufián los perseguía. Los tramoyistas se afanaban cambiando los telones del decorado: un palacio, las calles de la ciudad, luego un camino tortuoso de las afueras, y un bosque; finalmente, una montaña con una atalaya en la cima.
La pareja se refugiaba entre las paredes de piedra pintadas en las telas, dentro del torreón. Allí los encontraba el malvado, allí llegaba el padre de la chica con su otro hijo, decidido también a matar al joven enamorado que suponía secuestrador de su niña.
Se mascaba la tragedia; el noble enfurecido intentaba matarlo, ella se interponía y caía herida de muerte. El padre detenía al asesino y oía la verdad de labios de su propia hija moribunda. Los cinco personajes se miraban mutuamente. Una larga tira de tela blanca con forma de relámpago se desplegó ondeando desde el techo hasta el centro del círculo perfecto formado por los actores que, fulminados por el rayo de fantasía, cayeron de espaldas dispuestos en una perfecta estrella de cinco puntas: así terminaba la escena final, representada en la sala imaginaria de un castillo de ficción dentro de un castillo de verdad.
Los espectadores aplaudieron con verdadero agradecimiento, reconociendo con sinceridad el mérito artístico de la compañía de teatro que había justificado con creces su prestigio y que saludaba respetuosamente en pie. De repente, las puertas del torreón se abrieron con estrépito y entraron tres personas. Las dos primeras pedían auxilio, la tercera las perseguía pistola en mano y pedía justicia. Los invitados asistieron mudos a la escena inesperada, incapaces de decidir si era real o formaba parte de la obra. Dos hombres más aparecieron a la carrera, justo en el momento en que la mujer caía herida por un disparo decididamente real.
Los actores, aun sobre el escenario, ahora convertidos en espectadores improvisados, guardaban silencio como todos los demás. Fuera, la tormenta arreciaba y casi no dejaba oír a los protagonistas del nuevo acto. En medio de la nueva escena, los dos hombres, padre y hermano de la joven herida, clamaban venganza sobre su atacante. En ese mismo instante, con las armas enarboladas para provocar muerte, un rayo real horadó el techo de la torre y, como el rayo imaginario, se abatió hasta el suelo con un relámpago cegador y un trueno ensordecedor y electrocutó a todos los concurrentes, actores, tramoyistas, criados, espectadores y recién llegados.
La tela del decorado se prendió, el escenario ardió, la torre se incendió y, a la mañana siguiente, el castillo entero, reducido a un montón de piedras negras humeantes y un suelo encenizado, dejó de existir como aquel otro del drama y, con él, todos los personajes que allí se encontraron, ficticios y reales.♣
Poderosa tormenta… nunca hay que fiarse jejeje 😛
[…] Déjá vu, por JLBelloq […]
Soy la única que aparte de vosotros…
No se si sirve de algo mi contribución, pero este se ha ganado un 4. El del bufón del reino se merecia menos ahora que leo este….
Un 3 y sorry