Relato e ilustración premiados en el VIII Concurso de Noche de Difuntos

Ilustración: Hill House 1
David Santos Ferrera


Microrrelato: Inquietud
Loli Navarro

La niebla de la medianoche rodeaba la casa, y nada más atravesar la puerta un aire fuerte era bendecido por corrientes heladas, lo que me erizó el vello mientras me adentraba en un pasillo vacío y oscuro. Unas sombras negras merodeaban alrededor de las esculturas, más grandes que los objetos sobre los que montaban guardia. Comprendí que eran solo sombras, pero, a la luz suave y parpadeante, parecían seres sobrenaturales observándome, acechándome.

Intenté moverme todo lo rápido que me atreví. Notaba como si me vigilaran, aunque no podía distinguir qué o quién. Sentía sobre mí ojos que controlaban mis movimientos, sentía su fuerza mientras retrocedía. No era posible, era consciente y aún así… trastabillé como un cervatillo recién nacido que se da cuenta de que un depredador oculto lo persigue.

Un crujido en las tablas del suelo hizo disparar en mí una corriente de adrenalina. Miré a mi alrededor, mi corazón amenazaba con escapárseme del pecho.

Vacío, el pasillo estaba vacío de todo excepto de mi miedo. No hubo sombra que se moviera. La casa parecía estar conteniendo la respiración, e iba en sintonía con mi estado de ánimo.

Me quedé de pie, congelada, mientras pasaban los segundos y nada.

Respiré. Era solo un pasillo. No había monstruos y ninguna fuerza malvada me perseguía hasta mi dormitorio.

Me apresuré, y el sonido silbante de mis pasos hizo que mi corazón se acelerara pese al intento de mi mente de calmar mis miedos.

Continué caminando sin detenerme, hasta que escuché el clic suave de mi puerta que se cerraba. Apoyé la espalda contra la madera y cerré los ojos.

Un chasquido me obligó a abrirlos de nuevo y observé la estancia. Centré mi mirada en la chimenea, en la que los maderos brillaban con un color blanquecino, rojizo y anaranjado. El sonido misterioso no era más que el de la leña en el fuego.

Me fijé en que algo había cambiado en mi habitación. Mi cama estaba intacta, el armario y el baúl cerrados, pero sobre mi mesilla de noche había un sobre lacrado en color negro.


 

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