VIDA MILLONARIA
Landázury
Sobre la última página de un ejemplar de “Frankenstein o el moderno Prometeo”, de Mary Shelley, caía una lágrima de un líquido viscoso y aguado de color amarillento.
No sabía si podía o tenía que recordar lo que había pasado hacía más de dos días; no sabía por qué podía leer, entender y sentir, aunque a la vez seguro que deseaba no poder hacerlo. Desde que abrió los ojos para ello, había pasado una eternidad en esas 4 paredes, le dolían los cosidos y no le dejaban ducharse; uno de los médicos a cargo le dijo que tenía que esperar, eso era todo. Ni una mísera ventana; la comida, si le podíamos llamar comida, ya que consistía en una botella de agua con vitaminas y nutrientes, se le hacía llegar por una puertecita pequeña, era todo muy inhumano…
Aunque mis compañeros no quisieran admitirlo, habíamos creado vida. Era capaz de ir más allá del movimiento, sabía leer, y estoy segura de que podía sentir y que, si hubiéramos puesto empeño en reconstruir la caja torácica, incluso habría podido hablar.
Intenté por todos los medios hacerles entender que era vida, con todo lo que ello significaba, pero no sirvió de nada… Al día siguiente dieron comienzo a la subasta.
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