4º relato (fuera de concurso) del II Concurso de microrrelatos -Noche de Difuntos 2016-

SACRIFICIO
JLBelloq

Mis enemigos me cercan. Saben de mi existencia y me buscan. No puedo permitir que accedan a mi refugio y me roben la tierra que con tanto esfuerzo he transportado desde Transilvania.

Han matado a Lucy. No importa, tengo más conversas. Sus amigos son torpes y débiles, excepto ese doctor holandés y el otro, el psiquiatra enamorado. Psiquiatra, pero tan loco como sus pacientes. Se ha atrevido a retarme, ¡qué arrogancia! Me convoca a su manicomio por medio de mi fiel Renfield, como un vulgar duelista retando a un caballero para conseguir satisfacción por una insignificante deuda de honor. Tendrá respuesta, porque esos hombres son los únicos que conocen mi propósito y debo matarlos antes de que supongan una molestia.

Un jirón de niebla pasará desapercibido. Ha dejado la puerta abierta: sabe que acudiré a la cita. Ahí está, entre sus instrumentos de tortura, valiente y estúpido. Vaya, se sorprende al ver cómo me vuelvo corpóreo ante sus ojos; no lo sabe todo sobre mí, al fin y al cabo. Cerraré la puerta con llave. Este armario impedirá que huya cuando el pánico se apodere de él. Otra víctima fácil, otro escollo que desaparecerá, otro paso adelante en mi plan.

Manipula nerviosamente ese extraño aparato. Se parece a uno que vi en uno de esos espectáculos de magia tan populares en Londres estos días. Ciencia pueril, inútil, como todo lo que construyen los hombres.

Acabemos con esto. El casco enrejado con que protege su cabeza no le va a servir de nada. Idiota.

Un momento… ¡¿Qué es…?!

[…]

Maldito doctor y malditos sus antepasados. Haré desaparecer del mundo toda su progenie, si es que tiene alguna.

Me duele. El instrumento es un arma. No me matará, porque yo ya estoy muerto, aunque me ha detenido. No he conseguido penetrar ese escudo de extraños rayos que excitan el aire a mi alrededor. Pero va a morir esta noche, eso es seguro. Solo cambiará el cómo.

Me retiro y él sonríe. Cree que ha vencido. Iluso. Llamaré a su verdugo, para que lo ejecute en pocas horas en este mismo lugar. Adiós, doctor.

 

The Times, London, 1 de octubre – CRIMEN EN EL ASILO DE EVERSFIELD

La policía investiga lo sucedido la pasada noche en el manicomio del Dr. Seward. El eminente psiquiatra apareció muerto entre indicios evidentes de lucha, con buena parte del mobiliario destrozado, pesados instrumentos alrededor y señales de fuego en varios puntos de la sala central.

Los vecinos refieren que, al anochecer, pudieron oírse fuertes ruidos de características inauditas durante varios minutos, y se distinguían extraños fogonazos en el interior del edificio, entre el griterío histérico de los internos.

Más tarde, hacia la medianoche, con el lugar ya a oscuras y en silencio, se vio acceder a una dama vestida con un liviano camisón impropio de su condición y del frío intenso. Nada extraño este hecho, sin embargo, dado que es habitual que se acoja a personas desequilibradas a cualquier hora, a veces acompañadas por sus familiares, otras en soledad.

Sin embargo, en esta ocasión la mujer se marchó pocos minutos después, con la prenda cubierta por manchas oscuras que, según supone la policía, podría ser sangre del doctor asesinado.

Los celadores han contado que el doctor, en contra de la costumbre, los mandó anoche a casa a todos ellos. Esta mañana encontraron el cadáver en medio de la sala, entre los escombros.

Los detectives continúan con las pesquisas, aunque admiten oficialmente estar perplejos y desorientados ante tantos indicios incoherentes: la puerta principal cerrada con llave y atrancada por dentro por un pesado armario destrozado; la extraña calma de los internos esa mañana, sin las crisis acostumbradas ni las luchas para tomar la medicación; el estado caótico de la sala y los instrumentos; la presencia de un generador de Tesla, arrastrado desde la sala de tratamientos; y el cuerpo del doctor, con cortes, laceraciones y contusiones múltiples, producto de una dura lucha sin rastro alguno de su oponente.

 

 

The Times, London, 2 de octubre – ÚLTIMA HORA EN EL CASO DE EVERSFIELD

A los datos desconcertantes de este crimen se suma ahora el informe del forense de la policía tras examinar el cadáver del Dr. Seward y certificar que ha perdido toda su sangre, hasta la última gota.

Recordamos que, en la escena del crimen, no había más sangre que unas pocas manchas en la ropa del hombre.

Los detectives no quieren hacer más declaraciones a este periódico hasta que aclaren alguno de los misterios que lo rodean.

 

Los hombres ya no son rivales. Su naturaleza pervertida y su indefensión física los hacen presas demasiado fáciles. Me aburre esta caza sin alicientes. No son más que ganado con el que alimentarme.

El doctor ha sido ingenioso, al menos. Ha conseguido resistir más que muchos más fuertes y más preparados, incluso en épocas en que mi poder aun distaba mucho del que poseo ahora.

Pero su ignorancia y su humanidad son lastres demasiado pesados. Su fuerza estaba en su intelecto; la mía, en el Mal que me posee. Mi debilidad es la luz del sol, y él lo sabía; la suya es el sexo, pero no lo sabía. Un gesto voluptuoso de una hermosa mujer podía anular toda la potencia de su inteligencia, como una moderna Dalila que cortara la melena de Sansón y lo dejara inerme frente a sus enemigos.

Londres, bendita ciudad sin sol, donde puedo pasear por las calles en pleno día sin más daño que  una soportable irritación en la piel. El lugar húmedo y sombrío, capital del mundo, donde medraré hasta lograr la dominación del Hombre; donde consumaré la instauración de la Era del Vampiro. Los Malditos se adueñarán de las riquezas de los débiles, los esclavizarán en su provecho y vivirán mil años gracias a su sangre.

La Historia me recordará como Drácula, el Rey de los Vampiros, Rey del Mundo de los No-muertos, Conquistador del Mundo de los Vivos, Gran Demonio Maligno de Transilvania.

Ya no habrá más Dios.

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