TARDE DE SÁBADO (CUARTA)

dados-de-rolJordi ha vuelto y nos ha convocado para el próximo sábado. Nos trae una sorpresita, dice, una cosilla que ha pillado en una tienda cerca de la casa de su abuela. No viene muy afectado por lo del entierro, la verdad, pero en realidad casi ni la conocía y fue más bien para acompañar a su madre. Por desgracia tenemos mi partida de rol a medias, pero no hay forma de que nos deje acabarla. Al final nos propone que la pospongamos una semana y que nos preparemos para una sesión de cine y, luego, partidita.

Nos tiene en ascuas hasta que nos presentamos en su casa. Nos recibe con un “que La Fuerza os acompañe” desde dentro de su casco de Darth Vader y con el DVD de “Star Wars” en la mano. Al menos el tema de la tarde ya está claro, y todo se explica cuando, impaciente, nos desvela la sorpresa: se ha hecho con una caja de X-Wing, el juego de simulación con figuras de La Guerra de las Galaxias. Alucinamos con la pinta que tiene, con esos troquelados de gran calibre y las navecitas en miniatura, un X-Wing rebelde y dos Tie-Fighters imperiales, más otras tres que se compró aparte.

Queremos probarlo de inmediato, pero Jordi, imperturbable, nos ordena sentarnos y, mando en mano, nos pone “Star Wars”, la primera, la original, la insuperable; bueno, cronológicamente la cuarta, pero la primera que se filmó, todo ese lío. La que empieza con el apabullante destructor imperial persiguiendo a la diminuta nave de la princesa Leia y sigue con R2D2 y C3PO perdidos en el desierto, con Obi Wan al rescate, Luke Skywalker y Han Solo salvando a la chica, Darth Vader, las espadas de luz, la Estrella de la Muerte y el apoteósico asalto final. ¡Dios, qué buena es! Hacía años que no la veíamos, qué bien sabe después de tanto tiempo.

El jodido Jordi sabe lo que se hace: si antes teníamos ganas de jugar, ahora lo mataríamos si intentara impedirlo.

Lo disponemos todo en la mesa y dudamos ante el manual, que nos obligamos a leer. ¡Cuántos juegos se han malogrado por no pegarse con las instrucciones antes de ponerse a jugar! Nosotros no moveremos ni un tóken hasta empollarnos el librito, pero Jordi es un lujo: ya se lo ha leído en el viaje de vuelta y en cinco minutos nos da el cursillo de inicio para novatos, suficiente para poner en marcha una batalla contra el fondo de estrellas.

Como aquí hay reglas estrictas y deben respetarse, Fonsi no la lía. Incluso se diría que está más concentrado que nadie y se piensa y repiensa las tácticas de su X-Wing como si de verdad le fuera la vida en ello.

El juego está conseguido, en verdad. Nos enfrascamos en las luchas entre naves sin darnos ni cuenta de cómo pasa el tiempo. Tres horas más tarde, el X-Wing de Fonsi, imbatible desde hace unas cuantas partidas, fija el blanco sobre el Tie-Fighter que queda y lo pone en órbita con dos impactos críticos, mortales de necesidad. El tío le ha cogido el tranquillo bien, y maniobra como si realmente lo poseyera La Fuerza. Quién lo ha visto y quién lo ve, con lo gilipollas que parecía.

Ya va siendo hora de volver a casa. Como siempre, echamos un último ratito comentando las jugadas más interesantes, como los cinco impactos que recibió el Tie de Rober en una única tirada, un récord; o la maniobra espectacular de Fonsi, acelerando, vuelta completa, tonel volado y fijar blanco, todo seguido, para quedar justo detrás de Jordi, que ya no pudo escapar; o mi increíble fuga con dos naves rebeldes en mi cola que no pudieron darme ni una sola vez.

Nadie ha echado de menos el rol esta tarde y ha sido refrescante volver a vivir las mejores aventuras de ciencia-ficción que se han filmado nunca, de momento.

De vuelta a casa, Fonsi me acompaña y charlamos. Me saca el tema de la lectura y me dice que alguien le ha aconsejado leer a Lovecraft. Le quito la idea de la cabeza: cada cosa a su tiempo, le digo, lo primero es lo primero, hay que empezar por el principio. Le hago una lista a mi manera -como la vea Jordi la corrige, seguro-, una lista larga, para todo un año, calculo.

Incluyo “El Señor de los Anillos”, por supuesto. También los cuentos de Edgar Allan Poe, algo de ciencia-ficción clásica, como “Fundación”, de Asimov, o alguno de Arthur C. Clarke… ¡espera, no! Me acuerdo tarde, pero me acuerdo, de “El juego de Ender”, que va a la lista con “El signo de los cuatro”, una de Sherlock Holmes. Doy por sentado que ha leído algo de Julio Verne, y respiro aliviado cuando contesta que sí, que se acuerda de “La vuelta al mundo en ochenta días” y “Un capitán de quince años”. Me parece suficiente, aunque luego añado a mi lista “Veinte mil leguas de viaje submarino”.

Al final tacho “El Señor de los Anillos” y escribo en su lugar “El hobbit”, más apropiado para empezar. Fonsi se va, abrumado pero contento.

Ya solo, cerca de casa, recuerdo más: Harry Potter, completo, claro. Ya se lo mandaré por whatsapp. Pienso incluso en la lista siguiente, para cuando acabe sus deberes: Stanislaw Lem, Borges, Lovecraft. Y, para despejarse, “Los príncipes demonio” de Jack Vance y “El Señor de los Anillos”.

Mucho trabajo por delante. Me imagino frente a toda esa tarea y me da repelús, pero igualmente me da por pensar en qué lecturas tengo yo pendientes y me da más miedo todavía. Mañana empiezo con Lovecraft, que sé que me encantará, y, cuando acabe con él o cuando me sature de horror cósmico, releeré a Lem. También tengo trabajo, pero ya se sabe que “sarna con gusto no pica”.

JLBelloq

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